jueves, 12 de enero de 2012

Nadie es más feliz que el que ama, y a su vez, se siente correspondido

En la antigua Grecia, existía un concepto que, por desgracia, ha caído en desuso con el paso del tiempo: obnosis.

La obnosis hace referencia a aquello que es obvio y que paradójicamente acaba siendo obviado. Obvio procede del verbo obviar, cuyo participio es obviado. Obviamos lo obvio. Un ejemplo simple sería decir que sin un aire respirable moriríamos o enfermaríamos. Pero quizás sólo daremos valor al hecho de tener un aire respirable el día que tengamos que pagar para respirar, cuando los estados deban financiar sus políticas medioambientales a través de un impuesto que grave nuestro consumo de aire como ciudadanos. Porque es obvio que si no respiramos, morimos, pero normalmente no nos damos cuenta de ello. Quizás el día que tomemos valor de esta obviedad obviada no esté tan lejos.
Pero bueno, volviendo a la consciencia como factor clave para la felicidad, merece la pena abrir los ojos, aquí y ahora para darnos cuenta de todo cuanto nos rodea y por lo que podemos sentirnos felices y agradecidos, desde el latido de nuestro corazón, la salud de nuestro cuerpo, la buena música de fondo que nos acompaña, la existencia de un ser querido o el buen vaso de agua que sacia nuestra sed. Cuestiones cotidianas cargadas de valor.
Merece la pena darnos cuenta de ello y procurar cuidar esas pequeñas grandes cuestiones. Porque, sin duda, los conceptos consciencia, amor y felicidad van juntos. Ya lo decía un sabio, quién conoce ama, y quien ama, es feliz.