Quién lo siente, lo sabe

Hola a todos, como dije que haría, voy a escribir una pequeña reflexión que espero que os guste. Voy a narraros aquello que me pasó el Viernes de la semana pasada, porqué me dio que pensar.


El anterior Viernes, como ya he dicho, me levanté dispuesto a ir a clase, después de 3 días sin hacerlo, no me preguntéis porqué, de verdad que no lo sé, pero me desperté con esa sensación que a todos a veces nos pasa, de prevenir que ese no iba a ser un buen día, estaba triste, apagado, y no tenia ninguna razón para estarlo, pero parecía un mal día. Estaba en lo cierto.

En clase, estuve ido, a primera hora en Valenciano estaba reflexivo y pensante, no atendí prácticamente nada, mi cabeza estaba en otro sitio. A segunda hora no vino la profesora de Ciencias, con lo que seguí, todavía más pensativo. Para colmo, después nos tocó Gimnasia, lo último que me apetecía a mí era moverme en ese momento, pero bueno. Aguanté hasta el patio, y en la optativa, la clase de después, aprovechando unos 5 minutos en los que había que bajar al patio, decidí irme a casa.

Al llegar a casa seguía completamente igual, comí y me tiré en el sofá, con la tele en el mejor canal que existe en el mundo, apagada. Esperé la hora y cuando se hicieron las 17:00 me fuí a ensayar con mi grupo. Allí, me distraje, sí, pero cometí fallos que normalmente no cometo, así que mis predicciones de por la mañana eran ciertas, ese día no era un buen día.

Una vez acabé de ensayar, cogí mi bolsa y me fuí a entrenar, y esto ya fue una odisea. Probablemente uno de los tres entrenamientos de mi vida que peor me salió(y ya son eh, que llevo 8 años yendo a fútbol, 3 entrenamientos por semana). Desmotivado al 100%, con el frío que hacía a esas horas, era una sensación horrible, y lo peor era, que una vez acabara de entrenar, sabía que íbamos a cenar todos mis amigos y yo juntos, algo que me encanta, pues ese día no me ilusionaba, no me apetecía, quería llegar a casa y dormir.

Acabé de entrenar, me duché, y salí del campo del fútbol yendo fuera donde me espera mi padre siempre con el coche, y allí, ahí estuvo la verdadera razón de todo esto que cuento. Me gustaría que pensarais, como me sentí en aquel momento, en el momento en el que saliendo del campo con la capucha puesta, odiando aquel día, levanté la cabeza, y miré a través del cristal del coche de mi padre, donde, con una sonrisa de oreja a oreja, me esperaba la persona que más amo en el mundo, mi hermana. Llevaba 2 días sin verla, y al salir, y verla a través del cristal del coche, sonriendo y saludándome, me hizo la persona más feliz del mundo, levantándome la moral completamente, haciéndome feliz, solo con ese detalle, y haciéndome ver un arco iris de felicidad a las 23:00 de la noche que eran.


De verdad que me he dado cuenta de como las personas que de verdad quieres, te pueden llegar a alegrar  los malos momentos, cuando parece que todo acaba, y que lo peor ha llegado, la situación da la vuelta y estas contento como el que más.